Gestión de la cadena de suministro: ¿qué ha cambiado en el sector manufacturero después de Covid?

En las últimas semanas, el temor a una grave recesión económica provocada por las nuevas y estrictas medidas de contención parece haber desaparecido. Las recientes previsiones del Istat confirmarían que, al menos a partir de la segunda mitad del año, el sistema productivo italiano podría tomar la senda de una tímida recuperación de los volúmenes de producción. sin embargo, la emergencia sanitaria no parece haber quedado completamente atrás, por lo que algunos de los temas que nos hicieron reflexionar durante los días de encierro han vuelto a aparecer.

El tejido productivo italiano está formado principalmente por pequeñas y medianas empresas, pero extraordinariamente capaces de actuar gracias a las fuertes conexiones que han sabido crear en los mercados internacionales. En los últimos años, debido también a la especialización de los productos y a la poca importancia que se da a las economías de escala, debido a la drástica reducción de los volúmenes de producción, muchas empresas se han visto obligadas a encargar bienes intermedios al exterior, hasta el punto de que es absolutamente «normal», para algunas de ellas, salir del propio perímetro territorial, y privilegiar un «espacio» global en el que vender y comprar bienes.

Cuando la pandemia de Covid-19 exigió la interrupción repentina de las actividades de producción, en casi todos los países industrializados, el sistema de comercio mundial entró en crisis, y muchas empresas, situadas a lo largo de la cadena de consumo mundial, dejaron de trabajar súbitamente, mostrando la fragilidad de un mecanismo fuertemente dependiente de las lógicas de aprovisionamiento global.

¿Por qué confiamos en la gestión de la cadena de suministro?

Dado que no hay empresa en el mundo que no se mida todos los días con un modelo tradicional de cadena de suministro (el simple uso de un proveedor de materias primas representa la forma más esencial de cadena de suministro), sabemos bien que todas esas operaciones de coordinación y gestión de todo el ciclo de vida del producto se han vuelto mucho más complejas hoy que en el pasado, precisamente por la ampliación del «espacio» en el que operan.

Por ello, es esencial para toda empresa integrar y coordinar eficazmente las mercancías en tránsito, mediante una gestión eficaz de los procesos internos y externos. Por tanto, si la ventaja competitiva de nuestras empresas está representada por su capacidad para alinear a todos los socios de la cadena de suministro de forma rápida y precisa, cuando esta posibilidad falte, como ocurrió durante las semanas de cierre, los costes para servir a nuestros clientes aumentarán considerablemente.

¿Se adapta la programación a un contexto dinámico y fragmentado?

Reconozcámoslo también …. nos medimos cada día con un escenario productivo en el que el tiempo de suministro de bienes y servicios representa el verdadero factor de éxito de toda empresa, por lo que es necesario saber cambiar rápidamente las propias prioridades de producción, teniendo en cuenta, en mi opinión, al menos dos factores: la disponibilidad de bienes aguas arriba del sistema y un mercado cada vez más conectado y digital.

En un contexto tan dinámico y fragmentado, es necesario potenciar la capacidad de intervención en la cadena de suministro, sobre todo teniendo en cuenta los posibles momentos de desequilibrio y caída de la demanda, como los que hemos visto esta primavera.

Me refiero a que el actual método de gestión de la Cadena de Suministro corre el riesgo, en un futuro no muy lejano, de quedar obsoleto, porque está ligado a una visión muy programática, que responde a necesidades de previsión dictadas exclusivamente por objetivos internos de producción.

Una gestión eficaz de la cadena de suministro permite a las empresas optimizar las existencias, los plazos de entrega, integrar mejor las opciones de producción con una gestión eficaz de los flujos financieros. Pero para ello hay que simplificar los flujos logísticos, pasando de un enfoque que mide principalmente el rendimiento de los costes a otro que mide la respuesta y la adaptabilidad del sistema.

El sistema programado tiene sus problemas

Es difícil reconocer que se está expuesto a los riesgos de un bloqueo total del sistema productivo, pero basta con poner un ejemplo para entender la magnitud de este riesgo: en 2017 la cuota de producción de bienes intermedios, procedentes de algunos distritos de China, representó el 45% de toda la cadena de valor global de todas las producciones mundiales (la mayor cuota la representa obviamente el sector del automóvil).

Cuando se interrumpe la posibilidad de gestionar libremente estos intercambios, el sistema empieza a mostrar toda su fragilidad. La interrupción de la producción de bienes intermedios, aguas arriba de la cadena global, provoca el rápido agotamiento de las existencias en los almacenes y, en consecuencia, un choque de suministro en todas las producciones que utilizan esos bienes.

Quiero decir que acortar la cadena y simplificar la Cadena de Suministro significa cambiar su modelo de negocio; significa cambiar radicalmente las propias orientaciones hacia los proveedores, y eso es reconocer más el valor del territorio como entorno agregador, en el que invertir y crear nuevas condiciones de desarrollo.

Creo que debemos reconsiderar el valor de los suministros locales de bienes y servicios, favoreciendo una «cadena corta » estructurada sobre una mayor visibilidad en su proceso interno, por tanto mucho más acorde con las necesidades actuales de previsión.

¿Qué esperar del futuro?

No sabemos cómo irá realmente en un futuro próximo y si las previsiones de una posible recuperación son fiables o no, lo que sí es cierto es que en el futuro veremos fluctuaciones cada vez más continuas de la demanda y tendremos que emprender nuevas estrategias y nuevos planes de negocio cada vez más rápido.

Si, además, tenemos en cuenta el continuo aumento de las medidas proteccionistas, que tiene lugar en todo el mundo, claramente atestiguado por el cambio de la política estadounidense, pero no menos evidente en las acciones restrictivas adoptadas por otros países como China o Gran Bretaña, parece plausible replantearse el mecanismo de funcionamiento de unas cadenas de producción tan largas y complejas.

No quiero decir que en el futuro sea necesario cerrar las fronteras para tener una economía sana y viva, ni mucho menos, pero creo que es justo reflexionar sobre la oportunidad de reconsiderar nuestro tejido productivo industrial como el epicentro de un sistema global y no siempre como los suburbios. Nuestras empresas deben seguir fabricando productos semielaborados y componentes para el sistema global -saben hacerlo muy bien-, pero al mismo tiempo deben fomentar el desarrollo de las asociaciones locales y hacer de ellas su verdadera fuerza. Una «cadena corta» amplifica las competencias de cada empresa y aumenta el bienestar de quienes la integran.

Gaspare Amoroso
Director de Operaciones
Sandro Mentasti

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